18 de gener, 2006

¿Reforma constitucional encubierta?

El principal y más repetido de los argumentos del PP de Rajoy, Acebes, Zaplana y Piqué para deslegitimar el nuevo Estatut es que, en realidad, se trata de una reforma encubierta de la Constitución de 1978. Siendo así que la Constitución fue aprobada en referéndum por todos los ciudadanos, el nuevo Estatut de Catalunya, en la medida en que modifica disposiciones constitucionales básicas -ya sea en la organización territorial o en los apartados simbólico-identitarios-, debería ser votado también por todos los españoles, exige el PP. O, mejor, tramitarse abiertamente como una reforma constitucional.

No hace falta ser muy astuto para ver que, con esta exigencia, el PP intenta regalarse un derecho de veto sobre los Estatutos que la Constitución no lo concede. En tanto que simples leyes orgánicas, basta la mayoría absoluta en las Cortes Generales para que sean aprobados. Es decir, el PP no puede bloquearlos. En cambio, cualquier reforma constitucional no se puede hacer sin su consentimiento.


Uno empieza a pensar que la actitud PP se debe a que este partido no ha leído la Constitución o, si lo ha hecho, no la ha entendido en absoluto. Ignora no sólo su espíritu, sino parece que incluso su letra. Ciertamente, el nuevo Estatut pretende impulsar un cambio en el modelo territorial de España. Los partidos catalanes no pretendemos cambiar la Constitución, de todos, desde el Parlament de Catalunya. Pero sí empujar a favor de una organización federal del Estado. Y lo hacemos sin escondernos.

Es la Constitución la que establece que el modelo territorial del Estado se define tanto en la propia Constitución como en los Estatutos de Autonomía que ella misma prevé. La Constitución abrió un horizonte federalizante, pero dentro de él caben posibilidades distintas. Según sean los Estatutos de las distintas CCAA, según sean las leyes orgánicas de organización territorial del Estado, el modelo territorial español será más o menos federal.

El PSOE, hoy, quiere avanzar hacia un modelo más federal. Para ello, ciertamente, convendría una reforma constitucional que abriera las puertas a un Senado con poder, que permitiera a las CCAA negociar entre sí y con el gobierno central. Pero el PP no quiere ni oír hablar, por ahora, de esta reforma. Por ello, al PSOE no le ha quedado más remedio que avanzar hacia el modelo federal a través de las reformas de los Estatutos. Dentro de los márgenes que la Constitución actual ampara.

Así, el PP, como el perro del hortelano, ni come ni deja comer. Es precisamente porque nuestra derecha centralista se opone a la reforma constitucional, que ha habido que avanzar hacia el federalismo por medio de las reformas estatutarias. La actual Constitución dispone que el modelo territorial sea como un puzzle de varias piezas, entre las cuales están el Título VIII y los distintos Estatutos de Autonomía. Cuando se cambian las piezas estatutarias del puzzle porque la actitud de bloqueo del PP no permite otra cosa -y se hace sin contravenir la Constitución vigente, pero sí explorando al máximo sus posibilidades federales-, justo entonces el PP acusa al PSOE de cambiar la Constitución con nocturnidad y alevosía. Vivir para ver.

Señores del PP: la reforma de los Estatutos es una vía complementaria de la reforma constitucional para cambiar el modelo territorial de España. Cambiarlo profundizando en el actual. Y es así porque la propia Constitución así lo dispone. Por favor, léansela de una vez. Estúdienla. Seguro que esta joven democracia se ahorraría muchos disgustos.