26 de gener, 2009

Amb Palestina al Cor (4/5)

Per anar tancant les reflexions dedicades durant aquest mes de gener a la massacre de Gaza –el “guernika” dels Palestins, com l’ha definit l’eurodiputat francès Sami Naïr- penjo avui els meus tres darrers articles publicats a El Ciervo sobre la matèria. Explicaré perquè els he volgut penjat tots tres seguits, i no d’un en un com hem fet fins ara.

El primer, escrit a finals de l’agost passat, certificava la defunció del procés de pau d’Annapolis. Però, tot i l’estancament de les negociacions, ens resistíem a defallir i cedir a la desesperança. Per això, l’article següent era un repàs a les converses de Taba, el gener del 2001, que ha estat el moment en el qual les dues parts -el govern d’Israel i l’Autoritat Nacional Palestina- han estat més a prop d’arribar a un acord definitiva en tota la seva història. Una manera de recordar que una pau justa és possible i que, de fet, va estar a tocar de dits.

Aquell article recordava que fou Ehud Barak, l’actual ministre de defensa israelià i aleshores primer ministre, qui havia conduït –i també interromput- les converses de Taba. I mostrava l’esperança que l’arribada de Livni a Kadima permetés reemprendre un camí semblant. ¡Livni i Barak, els responsables directes, juntament amb Olmert, de la mort de més de mil innocents sota les bombes -algunes de fòsfor blanc, per cert-, atrapats en una ratera de la qual no poden sortir, a causa del setge al qual el propi govern israelià té sotmesa la Franja des de fa ja un any i mig!

Per això, el tercer dels articles, escrit aquest gener, es lamenta que les nostres expectatives, a penes dos mesos abans de la matança de Gaza, fossin tan equivocades, tan ingènues. Però en canvi serveixen de prova que, contra el què es diu des dels sectors pro-israelians, la nostra bona fe i la nostra benevolència –la dels qui participem del moviment de solidaritat amb Palestina i de denúncia de l’ocupació d’Israel- cap a la classe política israeliana no pot ser més gran. Esperàvem pau d’aquells que, a penes unes setmanes després, han dut guerra i només guerra!! Que no se’ns acusi mai més d’anti-israelians, si us plau.


Per això, aquest tercer article intenta dir les coses tal com són: constata que els fets ocorreguts tenen, d’acord amb el dret internacional de guerra i humanitari, el caràcter de “crims de guerra”. No ho dic jo, ho diu entre molts d’altres Richard Falk, jueu nord-americà i Relator de Nacions Unides per als DDHH als Territoris ocupats de Palestina. No, no estem contra Israel. Estem simplement contra els crims de guerra. Com ho estan totes les persones honestament compromeses amb el respecte de la llei, la justícia i la democràcia.


En Taba hubo una esperanza


Article publicat a “El Ciervo” el setembre-octubre del 2008


Con esta Vuelta y la próxima, termino –por ahora- la serie de artículos dedicada al conflicto palestino-israelí. Durante el último año hemos querido centrarnos en este tema porque el contacto directo con aquella realidad nos ha hecho tomar conciencia –más, si cabe- de hasta qué punto la estabilidad geopolítica mundial depende de aquél puñado de quilómetros cuadrados (Cisjordania tiene el mismo tamaño de la provincia de Girona y Gaza idéntica extensión que la comarca del Maresme).


Cada vez falta menos para que venza el plazo que Bush y Rice dieron a las partes, en la Conferencia de Anápolis, para llegar a un acuerdo. Pero hoy todavía diríase lejano. Parece harto improbable que, antes del relevo en la presidencia de los EEUU, se produzca el milagro; fundamentalmente porque Olmert ya ha anunciado su dimisión. Aunque siga en el cargo hasta octubre, parece imposible que un primer ministro interino consiga, en un par de meses, hacer pasar a Israel por la senda de las imprescindibles concesiones a los palestinos que ninguno de sus predecesores se ha atrevido a transitar.


Para mantener viva la negociación en tan precarias condiciones, la parte israelí filtró, a finales de agosto, que nunca en toda la historia del conflicto –es decir, en los últimos 60 años- se había estado tan cerca del acuerdo. Se dice que Israel ha ofrecido la retirada parcial de Cisjordania, anexionándose de manera definitiva los principales asentamientos construidos durante los 40 años de ocupación, y ofreciendo a cambio tierras del desierto del Neguev, hoy bajo su soberanía, de extensión equivalente y contiguas a la franja de Gaza.


Además, el ministro de Defensa, Ehud Barak, declaró inesperadamente que Israel estaba dispuesta, por primera vez, a permitir que “una parte” de Jerusalén Oriental - debidamente completada por poblaciones vecinas- se convirtiese en capital del futuro Estado palestino. Descartando, por supuesto, el control palestino sobre la Ciudad Vieja y los Lugares Santos. Añadía que Israel ni se plantea reconocer el derecho al retorno de los refugiados.


No parece que sean unas bases muy sólidas para el acuerdo. Se trata de una propuesta demasiado alejada de las resoluciones de NNUU, que exigen una devolución total de la Cisjordania ocupada en 1967 y disponen el derecho al retorno de los refugiados. Una oferta parecida, recordémoslo, fue rechazada por Arafat en Camp David el año 2000. De hecho, las autoridades palestinas han hecho saber oficiosamente que ven difícil un final feliz del proceso iniciado en Anápolis y que, en consecuencia, se plantean seriamente dejar por inútil la estrategia de la negociación y apoyar abiertamente una estrategia de resistencia popular no violenta.


Sin embargo, que a día de hoy las conversaciones parezcan estar en un punto muerto no significa que el conflicto no tenga solución. No es cierto que las dos partes nunca hayan estado tan cerca del acuerdo como ahora. No sólo porque estén más lejos de lo que pretenden los israelíes. La razón es otra. Hubo un momento, en los últimos años, en el que la paz sí pareció estar al alcance de la mano. Fue en el 2001. Durante la última semana de enero de aquél año, siendo todavía Barak primer ministro, palestinos e israelíes se cerraron en el balneario Egipcio de Taba. En el comunicado final, las partes afirmaron formalmente que nunca habían estado tan próximas a un acuerdo, tal y como confirman los documentos de la negociación.


¿Por qué se interrumpieron aquellas negociaciones, si estaban tan avanzadas? Fue Barak quien pidió su suspensión, para no interferir en la campaña electoral israelí. En diciembre se había visto forzado a dimitir del cargo y convocar elecciones anticipadas para principios de febrero. Tres meses antes, Sharon había entrado en la Explanada de las Mezquitas rodeado de militares, provocando así el estallido de la segunda Intifada. ¿Qué concesiones se hicieron en Taba que permitieron vislumbrar la paz? Seguiremos en la Vuelta que viene.


En Taba hubo una esperanza (y 2)


Article publicat a “El Ciervo” el novembre del 2008


Cerramos con este artículo nuestra serie palestina. Concluíamos la Vuelta del mes pasado con el recuerdo de las negociaciones de Taba, a finales de enero del 2001, a pocos días de las elecciones que catapultaron a Ariel Sharon como primer ministro israelí y confirmaron la deriva violenta de la segunda Intifada, iniciada unos meses antes. La escalada entre la represión del Ejército israelí y los atentados suicidas de las milicias palestinas puso en jaque todos los avances conseguidos hasta el momento en base a los Acuerdos de Oslo. En la opinión pública mundial quedaron grabadas las imágenes del cerco de Ramala durante varios meses del año 2002, el bombardeo de la Mukata con Arafat resistiendo en su interior, o la masacre perpetrada por los tanques y la aviación israelíes en el campo de refugiados de Jenín.


Pero Taba, como dijimos, puso la paz al alcance de la mano. No es ahora, en el marco del proceso iniciado en Anápolis –a pesar de lo que filtran los negociadores israelíes- que el acuerdo está más cerca que nunca en 60 años. Fue entonces cuando las dos partes estuvieron a punto de alcanzar un compromiso histórico en cada uno de los puntos hasta ahora irresolubles de este conflicto eternizado. ¿Cuales fueron las propuestas de las partes que dieron pie a la esperanza?


Fronteras. Los israelíes propusieron devolver el 94% de Cisjordania y anexionarse el 6% donde se encuentran los mayores asentamientos. A cambio, cederían un 3% de su territorio, como por ejemplo las dunas de Halutza, en el desierto del Neguev, contiguas a Gaza, más otro 3 % para permitir una “conexión segura” por tierra entre Cisjordania y Gaza. La retirada de los territorios ocupados incluía, por cierto, el fin del increíble y humillante asentamiento del centro de Hebrón. Israel renunciaba también a mantener la soberanía del valle del Jordán, que hubiera supuesto algo tan inverosímil como mantener bajo control israelí la frontera oriental del Estado palestino con Jordania.


Por su parte, los palestinos accedían a ceder el 2% del territorio de Cisjordania donde entonces vivían dos terceras partes de los colonos israelíes. A cambio, exigían territorios israelíes de la misma extensión. La retirada israelí tenía que efectuarse en dieciocho meses, según los palestinos, o en tres años, según los israelíes.


Jerusalén. Los israelíes aceptaban que la ciudad fuera la capital de los dos Estados: Jerusalén Oeste, capital de Israel, y Jerusalén Este, capital de Palestina, de tal manera que los barrios árabes de Jerusalén Este quedasen integrados en el Estado palestino. Los palestinos accedían a dejar a Israel los barrios de Jerusalén Oeste que se anexionó en 1967 a raíz de la guerra de los Seis Días.


En cuanto a los Lugares Santos, los palestinos reclamaban la soberanía sobre la Explanada de las Mezquitas y los israelíes sobre el Muro de las Lamentaciones. Se trata de algo físicamente difícil, porque como se sabe el Muro es el apoyo sobre el que se sostiene la Explanada. Las partes no descartaron la idea de que los Lugares Santos quedasen bajo control de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de NNUU por un período determinado.


Refugiados. Israel, por primera vez, reconoció el “derecho al retorno” que establece la resolución 194 de NNUU, siempre y cuando se hiciera una aplicación flexible del mismo. A los refugiados se les ofrecerían cuatro opciones: el retorno a Israel; el retorno al nuevo Estado palestino o a las nuevas tierras del Neguev cedidas por Israel; la instalación definitiva en su lugar de residencia (Jordania, Siria, Líbano, etc.); o la marcha a otros países –como por ejemplo Canadá, que habían hecho saber su disposición a acoger contingentes importantes de refugiados palestinos-. A partir de aquí, Israel aceptaba el regreso al país de 25.000 refugiados en los tres primeros años, mientras que los palestinos no estaban dispuestos a aceptar menos de 100.000. Al mismo tiempo, descartaban replantear el carácter judío del Estado israelí.


¿Sería posible que el proceso de Anápolis recuperara las negociaciones en el punto en que quedaron en Taba? Ciertamente, ha llovido mucho desde entonces, con una Intifada y la muerte (o asesinato) de Arafat por en medio, el auge de Hamás, la retirada de Gaza y la guerra civil palestina en la franja. Pero el fondo del conflicto sigue siendo el mismo. Todos deseamos que la llegada de la nueva líder de Kadima al frente del gobierno, Tzipi Livni, sirva para llevar a Israel de nuevo al nivel de concesiones que Barak parece que estuvo a punto de hacer en enero del 2001. En cualquier caso, sólo una propuesta como aquella podría permitir un acuerdo definitivo y estable y traer, por fin, la paz. En cualquier caso, está en manos de los israelíes que la esperanza de Taba se convierta en realidad.


Crimen de guerra


Article publicat a “El Ciervo” el febrer del 2009


Cuando el 2008 dedicamos nuestras “Vueltas” a Palestina, no imaginábamos que al cabo de tan poco asistiríamos al horror incalificable que ha se vivido en Gaza a inicios del 2009. Acabamos nuestra serie convencidos de que no volveríamos a hablar de este tema en mucho tiempo.

Decía el párrafo final del último artículo de la serie, escrito en octubre pasado: “Todos deseamos que la llegada de la nueva líder de Kadima al frente del gobierno, Tzipi Livni, sirva para llevar a Israel de nuevo al nivel de concesiones que Barak parece que estuvo a punto de hacer en enero del 2001. Sólo una propuesta como aquella podría permitir un acuerdo definitivo y estable y traer, por fin, la paz. Está en manos de los israelíes que la esperanza de Taba se convierta en realidad.” Tal era nuestra buena fe hacia los líderes israelíes que a penas unas semanas después liderarían la peor masacre de palestinos desde 1967. Es imposible errar, por ingenuidad, de manera más clamorosa.


La comunidad internacional tiene normas: el derecho internacional existe. El derecho de los conflictos armados y el derecho humanitario, definidos en las Convenciones de Ginebra, vienen a ser al derecho internacional lo que el derecho penal es al derecho estatal. El ejército de Israel, bajo las órdenes de su gobierno, ha cometido gravísimas violaciones de este derecho durante los veintidós días que ha durado su cruel, inhumana e injustificable ofensiva.


Por esto, a la hora de hacer un balance, lo primero es no centrarse en los actores del conflicto, sino en sus acciones. No hablemos de Hamás y de Israel, porque por este camino acabaremos en la equidistancia, con el argumento de que unos son terroristas y los otros un Estado democrático. Hablemos de los hechos: una acción militar que tenía el objetivo “oficial” de acabar con los lanzamientos de cohetes desde Gaza ha causado 1.300 muertos, entre ellos más de 400 niños, más de 5.000 heridos graves, devastación de las infraestructuras básicas, incluidas las escuelas y los almacenes de alimentos de la ONU, y un desastre humanitario sin parangón.


Dicen que Hamás también es responsable de los muertos civiles de Gaza, que los utiliza de escudos humanos, que mezcla niños con milicianos. Pero, ¿acaso no es Gaza el territorio más denso del mundo? La comarca del Maresme tiene exactamente las mismas dimensiones que la Franja: pongan en ella todos los habitantes de la ciudad de Barcelona. Es físicamente imposible separar la infraestructura de Hamás de la población civil. Imposible atacar la una sin asesinar a la otra. Y más cuando las fronteras de Gaza están selladas por un sitio –ilegal- que dura ya dieciocho meses y que ha impedido escapar. Se trata del primer conflicto sin refugiados en siglos: la Franja ha sido una ratonera masacrada de la cual los civiles no han podido huir.


Cuando decimos que la ofensiva israelí ha sido desproporcionada no estamos utilizando simplemente un adjetivo. Nos estamos refiriendo a un principio jurídico: el derecho de guerra se basa en los principios de distinción, proporcionalidad, necesidad militar y precaución de los ataques. Quien infringe estos principios, a juicio del derecho “penal” internacional está cometiendo un acto ilegal, un delito, un crimen. En la guerra, quien mata al margen del principio de proporcionalidad es un criminal. Hablar de desproporción no es una simple descripción: es una incriminación penal.


La Autoridad Nacional Palestina estudia denunciar al gobierno de Israel ante la ONU por crímenes de guerra. Richard Falk es un judío norteamericano. Es además el relator de la ONU para los Derechos Humanos en los Territorios Palestinos ocupados. El 10 de enero acusó al gobierno de Israel de cometer crímenes de guerra y contra la humanidad y de violar masivamente las leyes internacionales humanitarias, y ha pedido que sea juzgado por un tribunal internacional. ¿Por qué Israel ha matado, con plena conciencia, a más de 1.000 civiles inocentes justo cuando el mundo intenta entrar en una nueva era? ¿Por qué el mundo lo ha permitido?

18 de gener, 2009

Amb Palestina al cor (3/5)

Les armes a Gaza comencen a callar, després de deixar més de 1.200 morts palestins i 13 israelians. Israel, com tantes vegades en els darrers 40 anys, no ha acceptat la resolució de NNUU que reclamava a les parts una treva pactada entre elles i ha preferit una treva unilateral. La possibilitat que es consolidi encara són, avui, extraordinàriament fràgils; que ho faci o no dependrà en bona mesura de quines siguin les primeres mesures d’Obama y Clinton (Hillary) en relació a aquest conflicte.

El desastre humanitari i polític que emergeix a conseqüència d’aquesta treva no pot ser més gran. La massacre de civils innocents és un dels espectacles més repugnants que hem pogut veure al món els darrers anys, comparable només a l’11-S, la neteja ètnica a Bòsnia o els genocidis de l’Africa (Ruanda, Congo, Darfur). En tots aquests conflictes, tanmateix, la condemna de l’agressor per part de la comunitat internacional ha estat total i absoluta. I l’actuació de les principals potències ha estat, poc o molt, coherent amb aquesta condemna. Aquest cop no. Aquest cop la majoria de potències ha guardat –en el millor dels casos- una immoral equidistància entre l’agressor i les víctimes innocents. Viure a Gaza no és el mateix que viure a les Torres Bessones, sens dubte.

Per cert: res del que diem ha de ser interpretat com la més mínima justificació de Hamàs. Hamàs és un moviment de resistència que es va presentar a unes eleccions legislatives palestines -entre d’altres coses, gràcies a la pressió dels EEUU sobre Israel, que ho volia impedir- i les va guanyar. Unes eleccions que, a judici dels centenars d’observadors internacionals que les van supervisar, es van desenvolupar amb total correcció. Tanmateix, Hamàs és també un moviment de resistència que, en primer lloc, creu en la legitimitat de la lluita armada i de la violència per resoldre el conflicte palestí i que, en segon lloc, no reconeix, avui per avui, el dret a l’existència i a la seguretat de l’Estat d’Israel. Totes dues coses són, òbviament, completament condemnables, com també ho són els coets que ha estat enviant contra territori israelià des de fa anys.

Però, per molt que es pretengui, el tema avui no és aquest. El tema és una agressió militar cruel, sanguinària, desproporcionada i injustificada que un Estat pretesament democràtic i amic d’Europa ha perpetrat, deixant centenars de persones assassinades pel camí –entre ells, més de 400 infants i més de 100 dones-. Una guerra on s’ha utilitzat fòsfor blanc –una arma prohibida per la llei internacional- i on ahir mateix, per exemple, l’exèrcit israelià bombardejava una escola de UNRWA, provocant la mort de dos nens més. Qui no reconegui que el problema, avui, és aquesta deplorable matança de 22 dies i no cap altre, comet una indignitat imperdonable.

Espanya és un Estat acostumat, per desgràcia, a la lluita contra el terrorisme intern i tota la societat espanyola té, avui, molt clar que aquest combat no es pot fer, de cap de les maneres, saltant-se els límits de l’Estat de Dret. Algú s’imagina que el govern provoqués víctimes civils de manera indiscriminada al País Basc en la seva lluita contra ETA? Ni que Hamàs sigui considerada una organització que practica el terrorisme, això no legitima a ningú a transgredir de manera sistemàtica i reiterada la llei i el dret internacional –el dret de guerra, el dret humanitari, etc-.

L’anàlisi de les conseqüències polítiques d’aquesta “guerra de Gaza” ja tindrem temps de fer-la -en aquest mateix blog- durant les properes setmanes. De totes maneres, ja podem dir alguna cosa: les relacions de la Unió Europea amb l’Estat d’Israel no haurien de tornar a ser les mateixes després d’aquesta gravíssima violació dels drets humans. En qualsevol cas, ara toca treballar durament perquè la treva es consolidi i per tal que la comunitat internacional sigui capaç, en els propers anys, de forçar un procés de pau basat en un respecte escrupolós i estricte de les resolucions de NNUU sobre el conflicte palestino-israelià. Unes resolucions que són meridianament clares quan exigeixen la retirada de l’exèrcit israelià dels territoris ocupats des de la guerra del 1967.

Tanmateix, a la llum dels darrers fets, ¿és possible creure que Israel està realment disposat a una pau justa? Cada vegada una part més gran de l’opinió pública mundial creu que no. Aporto avui un dels articles d’El Ciervo on, precisament, de la mà del líder palestí Mustafà Bargouthi, intentava explicar quins són els interessos estructurals que expliquen la resistència d’Israel a avançar honestament en un procés de pau. L’article està escrit, precisament, en el moment en que començava la treva: ens en felicitàvem sense ni imaginar l’horror que veuríem al cap de sis mesos. Però acabava amb més ombres que llums: posant de manifest que la propensió d’Israel a mantenir viu el conflicte és molt gran.

En cap conflicte –i menys en aquest- té cap sentit exercir de profetes del desastre, però sí cal ser conscients de quines són les pretensions reals dels diferents bàndols. Es hora que la comunitat internacional actuï amb més fermesa si no volem que el conflicte israeliano-palestí acabi per enverinar de manera irreversible les relacions internacionals en un moment en què el món avança en caiguda lliure cap a la segona pitjor crisi econòmica de la seva història contemporània.


¿Expectativas de paz en Oriente Medio?

Article publicat a “El Ciervo” el julio-agosto del 2008

Después de meses de tragedia, el conflicto entre Israel y Palestina arroja al fin una noticia positiva: la tregua entre Hamás y el ejército israelí, en virtud de la cual los primeros dejarán de enviar cohetes caseros a territorio judío y los segundos dejarán de hacer acciones de represalia en Gaza, además de abrir algunos de los pasos que comunican la franja con el exterior. El acuerdo parece un milagro, sobre todo si recordamos que desde la Conferencia de Anápolis, en noviembre de 2007, han muerto más de 340 palestinos a manos de los soldados israelíes.

Este paso en la buena dirección ha sido posible gracias a la mediación de Egipto. De hecho, en estos momentos Israel está enfrascado en una triple negociación: una negociación indirecta con Hamás a través de los buenos oficios egipcios, otra también indirecta con Siria, con la mediación de Turquía, y la negociación directa con la Autoridad Nacional Palestina, bajo los auspicios de los EEUU. El mundo entero espera que lleguen a buen puerto, entre otras cosas porque el conflicto de Oriente Medio tiene una enorme capacidad para desestabilizar la geopolítica mundial. Pero la paz es imposible si una de las dos partes no está verdaderamente interesada en ella. En Oriente Medio la paz sólo será posible sobre unas bases justas y la ONU ha hablado muy claro, una y otra vez, a través de sus resoluciones, sobre cuales son los términos de un acuerdo justo para este conflicto.

Los países árabes -y especialmente el pueblo palestino- están dispuestos a hacer concesiones dolorosas para alcanzar la paz. Pero estas concesiones no pueden alejarse de manera desproporcionada e injustificada de aquello que el derecho internacional, a través de la ONU, ha establecido. Por esto, son muchos los observadores que a veces dudan de que el Estado israelí tenga verdaderas intenciones de lograr la paz. Porque sus propuestas para un acuerdo definitivo con los palestinos, hasta la fecha, distan de manera abismal de lo mínimamente aceptable para ellos.

En una reciente entrevista que Ignacio Ramonet le ha hecho en Le monde diplomatique, Mustafá Barghouti, el que fuera el segundo candidato más votado -por detrás de Abbás- en las últimas elecciones presidenciales palestinas señala el que, a su entender, es el actor clave para explicar la falta de interés de Israel en la paz. Dice Barghouti, líder de un partido de izquierdas, laico y pacifista: “En Israel existe un importante complejo militar-industrial. Parecido al que denunció, en los EEUU, Eisenhower en 1960. Y este complejo militar-industrial se ha aprovechado de las guerras sucesivas de Israel contra los Estados árabes, así como del conflicto con los palestinos.” Prosigue: “Se trata de un complejo mucho más sofisticado que su homólogo estadounidense. Se alimenta de las sucesivas guerras, y cultiva los enfrentamientos así como la conflictividad en general, a expensas de los mismos ciudadanos israelíes, quienes son sus primeras víctimas.”

Y añade: “Israel exporta cada vez más dispositivos de seguridad electrónicos, sistemas de alerta y defensa, de técnicas de control, de vigilancia y de prevención, etc. (…) Adquiridos en la guerra o en la represión, estos conocimientos se transfieren a empresas especializadas en seguridad y en la prevención de agresiones o en el control de individuos. Las cuales los venden. Así es como Israel se ha convertido en uno de los mayores exportadores de sistemas de vigilancia y de seguridad. Dentro de esta misma lógica, se puede afirmar que de alguna manera utilizan Cisjordania y Gaza como auténticos laboratorios para experimentar y definir nuevas técnicas de control de individuos, para que posteriormente puedan ser exportadas.”

¿Qué hace falta para vencer las resistencias de aquellos poderes -ya sean políticos, económicos o militares- que en el interior de Israel no quieren una paz ajustada al derecho internacional, es decir, la única paz posible? Sólo la comunidad internacional tiene la respuesta a esta pregunta.

10 de gener, 2009

Amb Palestina al cor (2/5)

L’OCHA es l’Oficina de Coordinació Humanitària de l’ONU a Palestina. Entre d’altres funcions, té la trista missió de comptar els morts que es deriven del conflicte palestino-israelià. L’informe de la OCHA d’aquesta setmana explica que fins ahir 758 palestins han mort a causa dels bombardeigs israelians a Gaza des que el passat 27 de desembre va començar l’ofensiva Plom fos i que un 42% d’aquests morts són nens (257) i dones (60). Segons l’OCHA, el número de menors morts s’ha incrementat en un 250% des del començament de la invasió per terra.

Rebo textos dels meus admirats González Faus y Pérez Esquivel on es posa de manifest que l’actuació de l’Estat d’Israel infringeix de manera radical els preceptes bàsics de la religió jueva. Els creients poden estar segurs d’això: el Déu d’Israel clama per la sang innocent de les víctimes de Gaza i rebutja amb ira l’actuació del govern que representa el seu poble.

Publico avui el segon dels articles sobre l’ocupació israeliana de Palestina apareguts a El Ciervo al llarg de ¡ l’any 2008.


El perfume de nuestra tierra
Article publicat a “El Ciervo” el juny del 2008

A mediados del pasado mayo, dos pueblos de Oriente Medio hacían conmemoraciones radicalmente opuestas, a pesar de estar referidas a los mismos hechos. El pueblo judío celebraba el sesenta aniversario de la creación del Estado de Israel. En 1948, poco después del horror del Holocausto, al fin había un lugar donde este pueblo tenía que poder vivir seguro y en paz.

El pueblo palestino conmemoraba la Anaqba: la tragedia de más de setecientos mil palestinos que, en virtud de la proclamación del nuevo Estado, fueron expulsados por la fuerza de sus casas y de sus tierras por parte del recién creado ejército israelí, y que, junto a los refugiados de la guerra del 67, son el origen de una comunidad de refugiados de más de cuatro millones.

Hay multitud de libros de historia que sirven para entender el conflicto palestino-israelí. Pero pocos ofrecen una imagen tan rica, tan exacta, tan coral, a la vez emotiva y analítica, como El perfume de nuestra tierra. En estas casi cuarenta entrevistas hechas durante la Intifada del 2002, la conocida periodista Kenizé Mourad hace hablar a todos los perfiles y tipologías imaginables que pueblan aquella tierra: un líder pacifista israelí, una familias cuya casas fue demolida reiteradamente, la hermana de una judía asesinada en un atentado suicida palestino, la madre de un niño asesinado por los soldados israelíes por arrojarles piedras, un colono israelí que habita en un asentamiento, un militar israelí convertido en refusnik, un antiguo feday (combatiente) palestino, un artista palestino torturado en las cárceles israelíes, los niños israelíes de clase media aterrorizados por los ataques terroristas, habitantes de los campos de refugiados, un niño palestino paralítico por los disparos a sangre fría de los militares israelíes, los familiares de la primera mujer palestina que se inmoló, una “mujer de negro” israelí, una abogada israelí dedicada a los palestinos acusados por los tribunales de Israel, los padres de un joven pacifista israelí muertos en manos de su propio ejército y tantos otros. Un libro, en fin, de lectura obligada.

Muchas de estas conversaciones son estremecedoras. En otras, sorprende la lucidez y la valentía de la voz que habla. Por ejemplo la de Jeremy Milgrom, un miembro de los llamados “rabinos por los derechos humanos”, que dice cosas como éstas: “Soy rabino desde hace veinticinco años. (…) Si somos fieles a nuestra religión debemos oponernos a las violaciones de los derechos humanos, que son constantes en este país. ¿Cómo podemos pretender ser una sociedad judía si torturamos y aplicamos castigos colectivos, si destruimos casas y dejamos familias enteras en la calle?”. Y prosigue: “Nuestra organización fue creada durante la primera Intimada, para protestar contra la orden dada a los soldados de romper los huesos de los manifestantes. (…) Hoy en día está claro que Israel ha utilizado el proceso de Oslo para consolidar su control sobre los territorios palestinos. Hacemos en estos territorios exactamente lo que hacían los surafricanos: crear bantustanes (…) Los israelíes no quieren compartir nada.”

Y concluye: “Los colonos no creen tanto en la santidad de la tierra de Judea y de Samaria como en una cierta idea del sionismo. (…) Este discurso no tiene nada que ver con la Biblia ni con la fe religiosa, es una noción que está grabada en ellos: nosotros tenemos el derecho de cometer las faltas que los demás han cometido antes que nosotros, es una especie de desquite del horror. Oir esto me resulta insoportable. En lugar de ser más sensibles al sufrimiento ajeno en razón de nuestras propias desgracias, en lugar de ser fieles a nuestra ideología judía que hace dos mil años era más avanzada que las demás, (…) hoy estamos retrasados en relación con la moral que prevalece en todas partes”. Testimonios como el del rabino Milgrom merecen que la sociedad europea despierte y apoye, de una vez por todas, las víctimas (inocentes) de esta historia.

03 de gener, 2009

Amb Palestina al cor (1/5)

La tragèdia de Gaza em porta a canviar els plans per al blog. A finals de desembre vaig anunciar una sèrie de cinc articles sobre el tema de l’homosexualitat i el cristianisme -dels quals ja vam publicar el primer, el dia 22-. Tanmateix, amb el permís dels lectors, la deixaré per més endavant (pel febrer).

L’any passat vaig tenir la fortuna de viatjar en vàries ocasions i fer alguna estada relativament llarga a Palestina, a la banda de Cisjordània. Palestina és la gran vergonya del món, des de fa dècades, i és, sobretot, la gran vergonya d’Occident i molt especialment d’Europa. Era, fins avui, una mena de camp de concentració gegant, a l’aire lliure, amb el permís i la complicitat de tota la comunitat internacional.

Un lloc on l’Estat ocupant ha imposat un apartheid que deixa curt en molts aspectes el de Sudàfrica.
Des de fa una setmana és, a més, un immens paredó on cada dia són executades per l’aviació israeliana desenes de víctimes innocents, una massacre que el món presencia mig impassible i mig impotent, i que no pot sinó despertar la ira, el menyspreu i la indignació de qualsevol persona, societat o Estat que no vulgui perdre la seva dignitat.

Arran de la meva estada a Palestina, vaig fer una sèrie de set articles per “El Ciervo” sobre les perspectives de la pau a Palestina. Ara farà un any, el gener i febrer passats, vaig publicar al blog els dos primers. Però per no saturar els lectors sobre aquest tema, vaig renunciar a penjar els altres cinc. Tanmateix, aquests són els articles que crec que aporten les claus més útils per a analitzar la situació actual. Per aquest motiu, els recupero i avui penjo el primer. Cada divendres de gener aniré publicant la resta.


Sigui aquesta una més, de les moltes maneres possibles, de mostrar que portem Palestina –i sobretot les seves víc
times- al cor. Prou bombardejos a Gaza! Treva unilateral immediata per part de l’atacant.

“Un Estado securitario no quiere la paz”

Article publicat a “El Ciervo” el maig del 2008

El pasado 16 de abril fue un día sangriento en Gaza. Por la mañana, el ejército israelí fue a detener a un dirigente de Hamás. Los milicianos de la organización islamista intentaron impedirlo con misiles antitanque, lo cual provocó la intervención de la fuerza aérea. En el combate, murieron cuatro milicianos de Hamás y tres soldados israelíes. Como medida de castigo, por la tarde aviones y tanques bombardearon un campo de refugiados de la franja: murieron al menos 18 civiles palestinos, entre ellos mujeres y niños. También un joven periodista de la agencia Reuters, de quien todos hemos podido ver sus últimas imágenes: un tanque que apunta a su coche, perfectamente identificable como prensa, y dispara el proyectil que lo carbonizó.

En nuestra “Vuelta” de febrero decíamos
que Israel había matado a cuatro palestinos por cada cohete lanzado desde Gaza a la zona de Sderot. En abril, la proporción es de seis civiles por cada soldado israelí muerto en combate. Lo único que no cambia es el silencio de los dirigentes políticos occidentales.

En marzo, tuve la inestimable ocasión de conversar largamente con Amira Hass, un valiente exponente del grupo de intelectuales israelíes opuestos a la ocupación. Es periodista y escribe en Haaretz, el periódico de la izquierda pacifista. Que haya en la sociedad israelí un fuerte activismo anti-ocupación es una de las pruebas de que la razón moral, en este conflicto, está de una parte. Que se sepa, no existen palestinos partidarios de la ocupación, y en cambio sí existen israelíes contrarios a ella. No puede haber mejor manera de testificar que, en esta tierra más mortificada que santa, la neutralidad y la equidistancia no valen.

Cuando uno oye los razonamientos de Amira, confirma una intuición evidente: la paz en Oriente Medio sólo puede llegar de la mano de los israelíes contrarios a la ocupación y de los palestinos que condenan el terrorismo. Los segundos son minoría en Israel. Los primeros, por ahora, siguen siendo mayoría en Palestina.

Comenta Amira: “El proceso de paz de Anápolis es un gran engaño publicitario. No es ni ‘proceso’ ni ‘paz’. Israel no tiene ninguna intención de lograr la paz, desde hace mucho tiempo. Se trata de un Estado securitario, y un Estado así, por definición, no quiere la paz”. Le pedimos a Amira que nos aclare mejor su concepto. Un Estado securitario, viene a decir, se fundamenta sobre la seguridad como mito y como ideología. La seguridad es su objetivo pero, sobre todo, es la fuente de la que se alimentan muchos intereses políticos, financieros, industriales, etc. Hay demasiada gente que vive de esto, como para que Israel renuncie a la seguridad como razón principal de su existencia como Estado.

“Normalmente pensamos que el verdadero objetivo de Israel es la expansión territorial. Pero nos equivocamos completamente –nos explica-. No está el conflicto al servicio de la ocupación, sino la ocupación al servicio del conflicto. Los asentamientos no son el fin de la ocupación, sino el medio que permite mantener la herida abierta con los palestinos.” Su análisis prosigue implacable: “El objetivo es impedir la solución de los dos Estados, precisamente porque se trata de la solución avalada por la comunidad internacional. Sin esta solución, es imposible una paz estable. Y lo que busca mi Estado, por desgracia, es impedir esta paz: porque con paz, toda la trama de intereses vinculada a la seguridad perdería su razón de ser y su poder actual. Esta trama es la que hoy manda en Israel. Además, este modelo de Estado securitario le permite a Israel tener una posición hegemónica en Occidente, en un momento histórico en que Occidente está obsesionado con la seguridad.”

La dureza de sus palabras no invita al optimismo, al menos a corto plazo. Pero en todos los conflictos la esperanza siempre empieza cuando alguien que proviene del lado agresor es capaz de reconocer la verdad y decirla.