12 de juliol, 2007

Las paradojas del Partido Democrático (1)

Artículo publicado en la sección "Vuelta al Mundo" de la edición de mayo 2007 de la revista El Ciervo


Empezábamos nuestra Vuelta de marzo diciendo: “En la izquierda italiana, se intercalan estos días dos debates complementarios, tan necesarios como apasionantes. Por un lado, está el debate de los intelectuales y los filósofos a propósito de la ofensiva ratzingeriana contra el relativismo.” El segundo de estos debates es el que ha dado pie a la constitución, este abril, de un nuevo sujeto político: el Partito Democrático (PD). Sin embargo, desde marzo hasta aquí, el debate sobre el PD ha dejado de ser un debate estrictamente italiano para convertirse también en tema de controversia en Catalunya, gracias a las reflexiones que sobre un futuro Partido Democrático Europeo (PDE) ha hecho en público el ex presidente de la Generalitat, Pasqual Maragall. Lo cual añade, sin duda, todavía más interés a la cuestión.

Nace el PD italiano de la fusión orgánica de dos espacios políticos: por un lado, los democristianos de izquierdas, que después de la opa berlusconiana al espacio histórico de la DC, se refugiaron en “La Margherita”, y que tienen al primer ministro Prodi como máximo referente político; por otro, los ex comunistas del PCI que, después de múltiples reconversiones ideológicas y estratégicas, respondían actualmente al nombre de “Democratici di Sinistra” (DS), con D’Alema, Fassino y Veltroni al frente.

El debate que ha rodeado al nacimiento del PD ha sido de una altura considerable, como es de costumbre en el país vecino. Pero la apuesta tiene sus claroscuros. Por un lado, este nuevo actor político no hace sino culminar una vieja tradición italiana de diálogo entre la cultura laica de tradición comunista y el cristianismo social. Tradición que arrancó con el compromesso stórico de Berlinguer y Aldo Moro -compromesso abortado, no lo olvidemos, por medio de un magnicidio- y que luego renació décadas más tarde en el “Ulivo”. El PD es, de algún modo, la conversión en un único partido de las familias políticas que el “Ulivo” ya juntaba en una fragmentada coalición.

Los nietos de Don Pepone y Don Camilo por fin se casan definitivamente. ¿Qué es, pues, lo mejor de este encuentro tan italiano? Reafirma a los democristianos de izquierdas en la laicidad del Estado en un país donde la omnipresencia de la Iglesia en la vida política sólo es imaginable para quien vive allí. Prodi y la ministra Bindy, por ejemplo, no han rehuido el conflicto con el ultraconservador Ruini, presidente de la Conferencia Episcopal Italiana, a la hora de defender la ley de parejas de hecho. Al mismo tiempo, contribuye a que la izquierda laica a reconozca sin ambages el papel positivo, para el progresismo político, del cristianismo socialmente comprometido. En otras palabras, el PD debe contribuir a evidenciar que, cuando Berlusconi afirma, como hizo en la manifestación del Family Day, que “ser de izquierdas y cristiano es una contradicción”, hace el ridículo más clamoroso y una demostración de indigencia intelectual. El PD tiene que servir para no dejar el monopolio del cristianismo público en manos de la derecha, lo cual en Italia no es poco.

En el debe del nuevo PD, sin duda hay que anotar el hecho de que Italia se queda sin un partido mayoritario explícitamente socialista, o explícitamente de izquierdas –por mucho que sus dirigentes explican una y otra vez que en este nuevo partido deben caber todas las izquierdas-. Se define el PD como partido reformista, como partido comprometido con la construcción de la Europa política, como partido amplio donde todos deben caber: aquellos que se reconocen socialistas y aquellos que no, desde el centro hasta la izquierda. Pero el PD deja sin partner italiano al Partido Socialista Europeo -si bien los líderes del PD afirman que aunque no estarán en el PSE, sí estarán con el PSE-.

Esta apuesta, lógicamente, ha dejado descontentos a una parte importante de la DS que no ve con buenos ojos la difuminación ideológica –de la identidad de izquierdas- que esta operación implica. Y menos en un momento en que las transformaciones tecnológicas y económicas del nuevo capitalismo están intensificando las desigualdades sociales. De tal modo que un 25 % de los delegados de la DS han optado por desmarcarse del proceso e impulsar un nuevo partido socialista, formado por antiguos PCIs y algunos referentes del viejo socialismo italiano.

¿Tiene sentido el proyecto del PD para Europa? ¿Y en Catalunya? Nuestra respuesta en la Vuelta del mes que viene.

2 comentaris:

Anònim ha dit...

No entiendes nada, i menos al socialismo

Camilo ha dit...

Me parece relevante plantearse los futuros retos de partidos políticos con vista a una Europa naciente. Pero de verdad hemos de resaltar la dicotomía entre la siniestra y la diestra?