13 de novembre, 2006

Una generación

Escribo esta columna un miércoles. El Guti, Antoni Gutiérrez Díaz, el histórico líder del eurocomunismo catalán, nos acompaña oscuramente desde un hospital de Santiago, debatiéndose entre la vida y la muerte. Fue el dirigente del PSUC durante el tardofranquismo y la transición, cuando este partido vivió probablemente la más brillante de sus etapas: inspirándose en las corrientes renovadoras del PCI, incorporando los cristianos como una corriente central, juntando las reivindicaciones de clase de los inmigrantes con la defensa de las “libertades nacionales”, aliando las fuerzas del trabajo y de la cultura, el PSUC consiguió ser simplemente “el Partido”.

El PSUC era una gran casa transversal, que promovía la unidad de todas las fuerzas democráticas en la Asamblea de Catalunya. Era el partido con el que, si no todos, muchos -ya fueran universitarios, sindicalistas, intelectuales, artistas o profesionales de cualquier sector, ya fuera como militantes o como “compañeros de viaje”- habían colaborado. El Guti y Gregorio López Raimundo eran el rostro de aquel “estimat PSUC” que simbolizaba las ansias colectivas por la democracia y la utopía de un socialismo de rostro humano.

El Guti es muy representativo de una determinada generación de políticos. Mucho más épica que las posteriores, más romántica, si se quiere, bregada en la lucha contra la dictadura, con toda la dureza pero toda el heroísmo que esto comportaba. Una generación que tuvo la oportunidad de actuar y soñar a la vez, y cuyos sueños en algunos casos se cumplieron –vino la democracia- y otros no. Una generación de políticos ilustrados, bien pertrechada de una sólida armadura ideológica que, sí, a veces acabó por convertirse en una coraza asfixiante, pero que en cualquier caso evitó a sus miembros caer en la insustancialidad que tan a menudo aqueja a los políticos de hoy, también en la izquierda.

Cuando Maragall pasó el testigo a José Montilla como candidato a la presidencia Generalitat, dijo que él era el último representante en activo de una generación, la de la transición, que ya había ido abandonado la primera fila de la política institucional. Y que por esto se retiraba, para dejar paso a una nueva hornada. Y añadió: “Nuestra generación, en cualquier caso, ha sido la mejor”. La mejor o no, en cualquier caso se trata de una generación irrepetible.

Por aquellos días, pregunté a Nicolás Sartorius, en su juventud compañero de Maragall en el FLP y en su madurez compañero del Guti en la dirección del eurocomunismo español, por qué la retirada de la primera línea política del president de la Generalitat tenía una carga simbólica tan grande para muchos de nosotros. Sartorius me respondió sin vacilar: “Con Pasqual no se va un político, con Pasqual se va un mundo, porque él era el último representante de este mundo. El mío, el de Alfonso Comín y de los jóvenes del FLP, entre otros, aquellos que en la democracia dirigirían los partidos de la izquierda.” También el Guti representa este mundo.

Cuando abandonó la dirección del PSUC, el Guti se dedicó en cuerpo y alma a la causa de la construcción de Europa. Europa como un actor mundial, posible y necesario, capaz de reconducir el mundo hacia los valores del socialismo. También Maragall anuncia estos días su deseo de cambiar la política catalana por la construcción del “partido de Europa”. Europa, en ambos casos, como la nueva frontera de la izquierda para el siglo XXI. Aprendieron a soñar en condiciones adversas, y su legado es ayudarnos a seguir soñando en estos tiempos, menos adversos pero más confusos.

5 comentaris:

Pepe Luis López Bulla ha dit...

Alto ahí: "somos la mejor generación" es excesivamente contundente. Yo creo que la mejor generación fue la que, un poco antes, posibilitó a éstos que se creyeran los mejores. Casi, casi les dió todo un poquito hecho.

SAM ha dit...

Izquierda, derecha o no... siempre por la construción de una Europa y de una Tierra más unida, más equilibrado, más justa, donde la educación se convierte en un valor universal, donde el hambre desaparezca del dicionário de los pueblos, donde todos convergimos por los mismos fines e ideales.

Por lo que acabo de leer, El Guti, es un ejemplo de estos lideres idealistes que luchan sin parar.

Me encanta conocer a seres humanos así! (y me encanta ver que este blog continúa).

Cesc Amat ha dit...

Quin escrit més bonic Toni! Records des de Madrid i endavant,
Cesc

Antoni Puig Solé ha dit...

http://apuigsole.blogspot.com/2006/10/el-bon-treball-del-guti.html

Anònim ha dit...

Creo que Nicolás Sartorius, por sus vivencias, debería hacer un blog.